En el marco de la XVI edición del Congreso Anual de Biotecnología, que se está celebrando esta semana en Badajoz, el bioquímico y divulgador científico José Miguel Mulet (IBMCP-UPV) abordó el papel de la biotecnología para lograr alimentar a un mundo con una población creciente y con unos retos mediambientales cada vez más severos. Retos ante los que la biotecnología juega un papel clave para encontrar soluciones.

El científico remarcó que la biotecnología alimentaria se inició hace muchísimos años con la domesticación de las plantas. “Durante mucho tiempo la biotecnología en alimentación fue cuestión de paciencia, observación, selección e hibridación. Los mayas tardaron unos 200 años en seleccionar las cuatro mutaciones que dieron el maíz, algo que hoy podríamos hacer en solo seis meses”.

En esta línea explicó que la sociedad valora mucho los médicos, profesionales a los que se acude de vez en cuando, pero que no valora lo suficiente al agricultor, pese a que comemos tres veces al día. “Hoy hay comiendo más gente que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, ha costado mucho llegar hasta este punto, han hecho falta tres revoluciones verdes”, matizó. 

LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS

La tercera y última revolución verde se identifica con los transgénicos, que ha permitido desarrollar variedades copiando y pegando ADN. “En la naturaleza existen bacterias que cuando infectan a una planta le insertan su AND, nosotros lo que hacemos es reconducir un proceso natural para que haga lo que nosotros queremos que haga. En la naturaleza los organismos intercambian genes con mucha frecuencia”.

Recordó también que este intercambio de genes se produce desde hace miles de años, y puso el ejemplo de los injertos, en los que hay intercambio de genes entre dos especies y por lo que llevamos años comiendo fruta transgénica sin que fueran consideradas como tal. Sobre la controversia en torno a los transgénicos, José Miguel Mulet remarcó que es un debate acabado, ya que los datos han acabado con el relato alarmista. “Es la tecnología agraria que más implantación ha tenido en la historia de la humanidad, sobre todo en países en vías de desarrollo”.

Preguntado por las campañas ecologistas que han negado las evidencias científicas en torno a los transgénicos, el científico explicó que las campañas europeas en contra de esta tecnología respondía a una circunstancia muy puntual. Fue en los 90, cuando solo una compañía estadounidense tenía la tecnología lista mientras que ninguna empresa europea la tenía tan desarrollada. “A los ecologistas se les había agotado el tema de las ballenas y las nucleares y se centraron en la biotecnología, y no encontraron ninguna oposición porque las empresas europeas no estaban preparadas”.

Así fue como se iniciaron las campañas europeas en contra de los transgénicos. Además, con esta campaña iniciada sucedió lo de las vacas locas, algo que no tenía nada que ver con la biotecnología pero que lo relacionaron, creando muy mala prensa y propiciando un marco regulatorio europeo que ha frenado el desarrollo de esta tecnología desde entonces.

LAS TECNOLOGÍAS CRISPR

José Miguel Mulet habló de transgénicos pero también de las nuevas técnicas de edición genética, las conocidas como NGTs (por sus siglas en inglés). Técnicas que nada tienen que ver con los transgénicos. Aquí no se introduce ADN externo, sino que se edita del ADN de una planta. “El CRISPR no es el futuro, porque ya está aquí. Aunque Europa todavía esté debatiendo su regulación en el marco comunitario, en el resto del mundo ya está presente, incluso tienen productos ya aprobados para su comercialización”, explicó.

Volviendo a las campañas ecologistas que existieron en los 90 contra los transgénicos, José Miguel Mulet reconoció que con las CRISPR no está pasando, ya que es una tecnología cuyos derechos no los tiene ninguna empresa. Y llamó la atención sobre el mutismo actual de las organizaciones ecologistas hacia los transgénicos, pese a todos los riesgos que vaticinaron. “Si te metes hoy en las páginas webs de los ecologistas no hay nada sobre los transgénicos, es una campaña que ya dan por agotada. Han cambiado su discurso y ahora el problema es la ganadería y la agricultura, no los transgénicos”.

José Miguel Mulet concluyó recordando que la biotecnología agroalimentaria inicialmente se centró en ofrecer beneficios para el agricultor, pero que a día de hoy trabaja intensamente en ofrecer beneficios al consumidor. Puso algunos ejemplos, como una manzana que no se oxida cuando la cortas, tomates púrpura ricos en antioxidantes que podrían prevenir la aparición de cáncer, o el trigo biotecnológico apto para celiacos. Una tecnología que avanza imparable para ofrecer soluciones a los retos medioambientales y de seguridad alimentaria a los que nos enfrentamos.

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