Ayer dio comienzo en Madrid la sexta edición del curso de ‘Biotecnología Elemental’ destinado formadores de futuros universitarios. Un año más se reafirma el éxito de este evento que ha reunido a 40 profesores de Educación Secundaria de toda España que participarán en las clases teórico-prácticas que se desarrollarán hasta el viernes.

El curso está organizado por el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y cuenta con la participación del Departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid.

En la sesión inaugural se abordó la situación mundial de los cultivos transgénicos de la mano de José Antonio López Guerrero, Profesor de Microbiología, y Soledad de Juan, directora de la Fundación Antama. Ambas intervenciones destacaron el aislamiento europeo esta tecnología agraria por la que están apostando en el resto del mundo y que está dejando a la agricultura europea fuera del mercado internacional.

“El 99% de la soja que come el ganado europeo es soja transgénica y toda ella es importada porque en la Unión Europea está prohibido su cultivo”, explicaba José Antonio López. Y es que la Comisión Europea actualmente permite la importación de unos 30 productos transgénicos pero sólo permite a sus agricultores el cultivo de dos. Esta desigualdad está haciendo que la actividad agrícola europea haya dejado de ser competitiva.

Por definición la agricultura y la ecología son términos opuestos, igual que lo es el hombre y la ecología”, recordaba José Antonio López. Toda actividad humana supone una amenaza para el medio ambiente, por ello en la agricultura hay que apostar por las prácticas agrícolas más sostenibles como los cultivos transgénicos. Estos últimos permiten un menor uso de fitosanitarios, un mayor rendimiento en la misma superficie, así como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Por su parte, Soledad de Juan destacó que actualmente “hay grupos sociales que están en contra de la biotecnología agraria movidos por argumentos ideológicos, no científicos”. La comunidad científica avala la seguridad de esta tecnología en su aplicación agraria, una tecnología que se aplica en muchos otros ámbitos como la medicina y que nadie cuestiona.

No podemos hacer nuestros billetes de euro con algodón transgénico importado mientras los algodoneros andaluces tienen prohibido la siembra de este algodón y se ven obligados a cerrar sus explotaciones por no ser rentables”, explicaba Soledad de Juan.

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