El medio ambiente nos proporciona los bienes y servicios que necesitamos para vivir y en las últimas décadas está viéndose alterado por la presión a la que lo estamos sometiendo. Se están produciendo cambios irreversibles en nuestro ecosistema. Los recursos cada vez son más limitados y la agricultura se enfrenta cada vez a retos más importantes. Los datos indican que en 2050 seremos 10.000 millones de personas en el mundo, lo que requerirá un aumento de la producción agrícola de un 70% para poder alimentar a todo el planeta. La innovación y la tecnología en la cadena agroalimentaria es clave para afrontar los retos presentes y futuros, luchando contra el cambio climático y asegurando prácticas agrarias productivas, sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.

La innovación en el sector agrario es clave en la lucha contra el cambio climático. Es clave el impulso de las tecnologías que permitan obtener cultivos resistentes a condiciones climáticas extremas, con un uso de los recursos naturales más eficiente, que permita incrementar la producción practicando labores agrarias sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.

El enfoque de la FAO para la intensificación sostenible de los sistemas agrícolas es el modelo “Ahorrar para crecer”, que promueve una agricultura productiva que conserva y mejora los recursos naturales. Se basa en las contribuciones de la naturaleza al crecimiento de los cultivos, como la materia orgánica del suelo, la regulación del flujo de agua, la polinización y la depredación natural de las plagas. Al aumentar el uso de los recursos naturales del ecosistema se reduce el uso de combustibles fósiles y se minimiza la degradación ambiental, reduciendo los gases del efecto invernadero y permitiendo a los agricultores ahorrar dinero.

DIVERSIDAD GENÉTICA

La FAO también ha publicado las Directrices voluntarias en apoyo de la integración de la diversidad genética en la planificación para la adaptación al cambio climático. Las nuevas tecnológicas, como la biotecnología, pueden ayudar a los agricultores a dispones de variedades más resistentes y adaptadas a condiciones climáticas extremas. La intensificación sostenible permite aumentar la productividad, disminuyendo los costes de producción e incrementando los rendimientos. Además, permite conservar los recursos naturales, reducir los efectos negativos sobre el medio ambiente y mejorar el flujo de los recursos naturales.

La diversidad genética, si se conserva y se usa de manera apropiada, puede utilizarse en programas de mejoramiento de semillas, ofreciendo variedades de cultivos más tolerantes al incremento de las temperaturas, las heladas, las inundaciones y la salinidad del suelo.

El mantenimiento de la diversidad genética permite irse adaptando a los cambios climáticos sin que la actividad agraria deje de ser efecitva. Mientras, los bancos de genes regionales y mundiales ofrecen colecciones de reserva de material genético a las que se puede acudir para apoyar las medidas de adaptación al cambio climático. Considerando que todos los países dependen de la diversidad genética de otros países y regiones, la cooperación y el intercambio a nivel internacional resultan esenciales. El Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura permite a los investigadores y fitomejoradores el acceso a recursos genéticos de otros países.

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