Para 2025, se espera que la población mundial alcance los 8.500 millones de personas y uno de los mayores desafíos sigue siendo la producción de alimentos para poder abastecer a todo el mundo. En las últimas décadas, debido a la industrialización de terreno, la Tierra ha perdido un tercio de sus tierras cultivables según “The Guardian”, y es necesario buscar estrategias para solucionar este desafío.

En el último año ha brotado la idea de la llamada “agricultura vertical” o “vertical farming”. Esta práctica se basa en la producción de alimentos en superficies inclinadas verticalmente. En lugar de cultivar verduras y otros alimentos al nivel del suelo como ocurre en un huerto o en un invernadero, le añadimos una dimensión más para poder producir alimentos en capas apiladas y generalmente integradas en estructuras como rascacielos, containers o almacenes reutilizados.

La agricultura vertical es un método más sostenible que la tradicional, no solo por la capacidad de maximizar la producción de cultivos en una superficie limitada, sino porque hace viable cultivar en entornos que por su clima tenían muy difícil producir alimentos (como ocurre en un desierto o en zonas muy frías).

4 partes son las esenciales para entender cómo funciona la agricultura vertical:

Estructura: Como el objetivo principal es producir más alimentos por metro cuadrado, la solución más efectiva es aprovechar la superficie produciendo cultivos en capas apiladas en una estructura elevada.

Iluminación: Se utiliza una combinación apropiada de luces naturales y artificiales para mantener el nivel de luz que se busca. La principal diferencia a la luz de los invernaderos (que no dejan de ser dependientes de la luz solar), es la utilización de una iluminación LED, dando la posibilidad de utilizar diferentes longitudes de onda, en función del cultivo y la etapa fenológica en la que se encuentre

Medio de cultivo: Al estar en una superficie elevada, se prescinde del suelo y se sustituye por otro tipo de tecnologías. Las tres más comunes son estas:

  1. La “hidroponía” se le considera una solución básica, una práctica diseñada para cultivar plantas sin usar tierra donde las raíces absorben una solución de nutrientes disuelta en agua que cumple con todos los requisitos necesarios para el desarrollo de las plantas. Aunque sea una técnica muy válida para esta agricultura, no es de reciente desarrollo, sino que hace 2600 años, en los Jardines Colgantes de Babilonia ya se usaba está técnica para mantener sus cultivos.
  2. Una mejora de esta técnica es la “aeroponía”, donde en lugar de dejar que la raíz de la planta absorba los nutrientes de la solución en agua, se utiliza un sistema de aerosoles que se encarga de regarlas, gastando menos de la mitad del agua en comparación con la hidroponía.
  3. Un último método más actual es la “acuaponía”. Su objetivo es combinar la agricultura y la piscicultura en un mismo ecosistema. En este sistema, los peces crecen en estanques interiores y producen un desecho rico en nutrientes que actúa como fuente de alimento para las plantas cultivadas en agricultura vertical. No es la técnica más utilizada, pero en marzo de 2018, se estableció la Asociación Europea de Acuaponía. Esto abrió una organización para que los países europeos continúen la investigación y la implementación de prácticas acuapónicas.

Sostenibilidad: Finalmente, la escasa utilización de menos recursos en este tipo de agricultura sirve para compensar el coste aun elevado de energía que se necesita para mantenerlo. Por ejemplo, con la aeroponía se utiliza menos de un 95% del agua que la agricultura convencional.

No todo son luces

A pesar de que sobre el papel esta práctica resulta aparentemente ventajosa en muchos aspectos, no deja de ser un desarrollo muy reciente, y a la hora de llevarlo a la práctica se pueden encontrar ciertas limitaciones.

Lo principal, al ser un área inexplorada todavía, la viabilidad financiera sigue siendo incierta. El precio que tiene la iluminación, calefacción y mano de obra puede superar los beneficios que se pueden obtener de la agricultura vertical. Por ejemplo, 60 hectáreas destinadas a la agricultura vertical pueden superar los 85 millones de euros.

Asimismo, los cultivos dependen de la polinización que realizan las abejas, y como esta práctica se lleva a cabo en un ambiente controlado sin la presencia ningún insecto, la polinización debe ser manual, lo que requerirá numerosa mano de obra cualificada. A esto hay que añadir que en las zonas urbanas los salarios son más altos y que todavía no se ha llegado a una automatización de este procedimiento como para reducir el número de trabajadores. Según “Fresh Box Farms” en 10 años, la agricultura vertical puede generar hasta 100 mil empleos en Estados Unidos.

¿Qué nos espera en un futuro?

La tecnología de la agricultura vertical es todavía relativamente nueva, las empresas deben producir con éxito cultivos a escala y hacer que sea económicamente factible satisfacer la creciente demanda de alimentos.

A pesar de que desde Europa tengamos más eco de que el mercado agrícola estadounidense esté incorporando esta práctica, es realmente Japón el país donde haya tenido más éxito. Actualmente Japón cuenta con 200 industrias que trabajan con agricultura vertical, sin embargo, un 60% de estas no resultan rentables a día de hoy. Se espera que para 2022, el mercado de la agricultura vertical alcance los 5 mil millones de beneficio, su mayoría obtenidos en la zona asiática.

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