Científicos de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) han identificado un interruptor genético que ayuda a que las bacterias del suelo que viven en las raíces de la planta absorban fosfato, un nutriente vital para el rendimiento de la planta pero de suministro limitado en todo el mundo. Se estima que la forma de fosfato que las plantas pueden usar alcanzará su límite en solo 30 años, disminuyendo la tasa de rendimiento de los cultivos, pese a que la demanda de alimentos seguirá creciendo paulatinamente derivado del constante incremento poblacional. El estudio ha sido publicado en la revista Nature.

La investigación demuestra cómo la proteína reguladora PHR1 controla la respuesta a bajos niveles de fosfato y a situaciones de estrés en la planta. Pero también controla el sistema inmune de la planta. “Cuando la planta está estresada debido a este importante nutriente, reduce su sistema inmunológico para que pueda concentrarse en la recolección de fosfato del suelo. Esencialmente, la planta establece sus prioridades a nivel celular”, explica Jeff Dangl, Investigador del Instituto Médico Howard Hughes.

Los investigadores encontraron evidencia de que las bacterias del suelo pueden hacer uso de este equilibrio entre la búsqueda de nutrientes y la defensa inmune, para ayudar a establecer relaciones simbióticas con las plantas. Las bacterias parecen mejorar esta respuesta de estrés por fosfato, en parte simplemente por competir por el fosfato, pero también por conseguir que la planta active su respuesta de estrés fosfato.

En estudios recientes de biología vegetal, ha habido indicios de relación entre los niveles de fosfato vegetal y la actividad del sistema inmunológico de la planta,una relación que algunos microbios pueden manipular. En este nuevo estudio se profundiza en esta relación, utilizando versiones mutantes de Arabidopsis thaliana, una planta que ha sido usada durante mucho tiempo de modelo estándar de la investigación de biología vegetal.

Los hallazgos sugieren que los microbios que viven en el suelo han descubierto cómo llevarse bien con sus plantas huéspedes, al menos en parte activando PHR1/PHL1 para suprimir las respuestas inmunes a ellos. El equipo de Dangl también piensa que estos microbios pueden incluso ser necesarios para que las plantas respondan normalmente a las condiciones de bajo contenido de fosfato.

[FUENTES: UNC-Chapel Hill + ChileBio]

Compartir en redes sociales

Array