[Fuente: EFE] Un total de 86 personas, incluido el eurodiputado ecologista José Bové, comparecieron ayer como acusados en el que se considera el mayor juicio en Francia por la destrucción de cultivos transgénicos, en este caso un campo de maíz arrasado en 2006. Los 86 inculpados ante el Tribunal Correccional de Marmande (suroeste) están imputados por presunta destrucción de bienes ajenos en reunión, un delito que está penado con hasta cinco años de prisión y 75.000 euros de multa.
Uno de los elementos más peculiares de este proceso que debe prolongarse hasta hoy es que el maíz Mon810, el transgénico desarrollado por la multinacional estadounidense Monsanto objeto de la querella del agricultor Claude Menara que lo cultivaba, no se puede sembrar desde 2008 en Francia, que declaró entonces una moratoria sobre los organismos genéticamente modificados.
Ése será uno de los principales argumentos de los que se sientan en el banquillo para reclamar su absolución, como dijo Bové, que defendió como “preventiva” su acción del 2 de septiembre de 2006. Ese día, los que se sientan en el banquillo formaban parte de un grupo muy superior, de entre 200 y 300 activistas que participaron en la destrucción de una quincena de hectáreas de plantas de maíz transgénico en la explotación de Menara en el departamento de Lot et Garone (suroeste).
Al término de esos hechos, el propio Bové entregó a los gendarmes listas de varias decenas de implicados, con sus nombres y direcciones, ya que solían actuar los conocidos como “segadores voluntarios”. El eurodiputado, símbolo de la lucha contra la globalización, se quejó de que todavía hoy haya juicios como éste: “los poderes públicos podrían haber entendido que al cabo de diez años de combate, habría que detener los procedimientos”.
“Vamos a explicar delante del tribunal por qué había que prohibir los transgénicos en Francia, por qué hay que continuar el combate a escala europea”, avanzó el euro-parlamentario francés.