Subrayan la necesidad de una buena formación desde la escuela en esta materia, y que los programas educativos “hagan énfasis en la modernidad”

Madrid, 14 de diciembre de 2006. Un grupo de expertos en biotecnología, científicos y catedráticos de universidades presentaron ayer el libro Organismos modificados genéticamente y destacaron la importancia de que los programas educativos contemplen contenidos de biotecnología en las materias de ciencias para “hacer énfasis en la modernidad”. Así lo expresó el presidente de la Sociedad Española de Biotecnología (Sebiot), José Luis García, quien participó en el acto junto al investigador del CSIC y coordinador del libro, Emilio Muñoz; el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Escuela de Agrónomos de Madrid, Francisco García Olmedo, y el editor de la obra, Enrique Marín.

José Luis García consideró asimismo que la biotecnología “tiene un componente empresarial importante” para que sus beneficios puedan trasladarse al nivel comercial, ya sea a través de servicios o de empresas, por lo que a su juicio “no es malo” que esta ciencia se ponga “en manos de los empresarios”. Lamenta que la palabra biotecnología no aparezca en los libros de texto y que, en caso de que sí se refleje, sólo aparecen sus riesgos. En este sentido, acusa “el desequilibrio en la formación en la escuela” en cuanto a esta materia y señala el ejemplo de que “la gente no sabe que en el tomate se comen genes”. “Predisponemos a que la gente no sepa”, asegura, y por ello “los científicos en este ámbito nos sentimos criminalizados”.

También destacó que en plano de la salud, nadie rebate el uso de una insulina recombinante, de origen transgénico, para uso de diabéticos, pero por el contrario sí se muestran reticencias hacia las plantas transgénicas, que, según sostiene, “son igual de eficaces”. “Esta hipocresía la tenemos que vencer”, resumió.

Por su parte, Francisco García Olmedo dijo que la aplicación de la transgénesis ha sido una “revolución científica de dimensiones incalculables”, puesto que se han alcanzado 100 millones de hectáreas de plantas transgénicas en 10 años. Sobre los críticas de que estas variedades presentan riesgos para el medio ambiente, señala que “la mayor agresión al medio ambiente en cuanto a prácticas agrícolas es la invasión de suelo natural”, un problema que se puede solventar con el empleo de plantas OMG, que permiten una mayor producción en menos espacio. Y puso el ejemplo de Brasil: “Si queremos salvar la selva amazónica, tenemos que conseguir que los brasileños coman con una agricultura intensiva, sensata”.

El coordinador del libro e investigador del CSIC, Emilio Muñoz, aseguró que “la sociedad española no está en contra ni rechaza los OMG”, sino que se encuentra “absolutamente desconcertada” en esta materia y se plantea “muchas preguntas”, por lo que se mostró partidario de fomentar el estudio de biotecnología en las escuelas e institutos de secundaria. Además, recalcó que “sólo hay un 10% de la población española que está siendo militante en contra” de los transgénicos. El representante de editorial Ephemera, Enrique Marín, subrayó que su objetivo es enseñar de forma objetiva qué es un organismo modificado genéticamente y recalcó que el libro resulta “fácilmente comprensible” para todo el mundo.

Los primeros capítulos pretenden ser de introducción en el tema, proporcionando una visión actualizada de la transgénesis y sus aspectos científicos, legales y económicos. Posteriormente, se adentra en las múltiples aplicaciones de esta técnica. En cada uno de los capítulos se han incluido algunos ejemplos de aplicaciones cotidianas, que “nos hace caer en la cuenta de que los OMGs, más conocidos como transgénicos, están mucho más cercanos a nosotros de lo que nos podemos imaginar, y que llevamos utilizándolos desde hace tiempo”, matiza Marín.

Entre los autores de los diferentes capítulos del libro se encuentran expertos, catedráticos y científicos de prestigio como José Ignacio Cubero, de la Universidad de Córdoba; José Luis Jorcano y Javier Montero, de la Fundación Genoma; Montaña Cámara, de la Universidad Complutense; Lucía Roda y Ana Fresno, del Ministerio de Medio Ambiente, Joaquima Messeguer y Enric Melé, del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA); Andreu Palou, de la Universidad de Islas Baleares y varios científicos del CSIC, como José Luis García, Lluis Montoliu, José Pío Beltrán, Daniel Ramón, Teresa Esteve, Pere Puigdoménech y María Pla.

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