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En el marco de la Semana Europea de la Biotecnología, ayer tuvo lugar en Madrid en sesión de tarde un grupo de conferencias sobre biotecnología agraria y alimentaria y sobre ciencia y pseudociencia. Los encargados de abordar dichos temas fueron Daniel Ramón (Director Científico de Biópolis), José Antonio López Guerrero (Doctor en CC. Biológicas y profesor Titular de Microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid) y José Miguel Mulet (profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia e investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas IBMCP). El encuentro estuvo moderado por Manuel Seara (Licenciado en Ciencias Biológicas y presentador desde 2007 del programa de divulgación científica ‘A hombros de Gigantes’ que se emite los viernes en Radio 5).

BIOTECNOLOGÍA AGRARIA: VALORES Y MITOS

José Miguel Mulet abordó el valor de la biotecnología agraria y los mitos creados en torno a ella. En su exposición explicó que prácticamente todo lo que comemos a día de hoy, que no hay que temer a las plantas ni a los alimentos transgénicos ya que tras dieciocho años de cultivo no han dado ni un sólo problema para el medio ambiente o la salud. “Los cultivos transgénicos son la tecnología agraria con la adopción más rápida de la historia de la agricultura (…) los transgénicos son la tercera revolución verde“, matizó.

En esta línea criticó la situación que vive la biotecnología agraria en la Unión Europea que sólo permite cultivar una variedad mientras que tiene aprobada 45 para su importación. Resaltó el caso del Algodón Bt, una variedad que finalizó con éxito sus ensayos de campo en 1995 y que, pese a contar con los avales científicos oficiales pertinentes y más de 32 estudios que avalan su seguridad, aún a día de hoy sigue esperando su aprobación.

En su exposición también criticó que cuando se debate de biotecnología agraria haya grupos que identifiquen los transgénicos a nombres de compañías internacionales, un gran error que demuestra no conocer el panorama real en el que la investigación pública juega a día de hoy un papel clave. “Monsanto es sólo la primera empresa que comercializó un transgénico, igualar los transgénicos a Monsanto es un gran error”.

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BIOTECNOLOGÍA ALIMENTARIA

Por su parte, Daniel Ramón comenzó definiendo Biotecnología, “el uso de organismos vivos con fines industriales”. Una tecnología que permite trabajar con genes aislados en lugar de hacerlo con genomas. Una tecnología cuyas mejoras se direccionan y no se hacen al azar como ha ocurrido desde los orígenes de la agricultura. Una tecnología que permite saltar la barrera de las especies. Una tecnología que en su aplicación agraria y alimentaria está inmersa en un gran debate, “un debate ideológico en el que vale todo, no es un debate de carácter técnico”.

“Desde la comunidad científica sabemos que los transgénicos son tan seguros como los convencionales y que la coexistencia es viable (…) el problema es que en la Unión Europea tenemos la barriga muy llena y pensamos que no necesitamos los transgénicos”, explicó. En esta línea criticó que la Unión Europea haya dejado de ser exportadora de conocimiento a ser importadora y resaltó el gran índice de investigación pública que existe a día de hoy a nivel internacional. Sólo China ha financiado proyectos públicos sobre más de 130 variedades modificadas genéticamente.

En su exposición resaltó el valor de los alimentos transgénicos con valores nutricionales, poniendo como ejemplo el arroz dorado, una variedad que “marcará un antes y un después en la historia de los alimentos biotecnológicos y que será uno de los avances con mayor impacto de los próximos años”.

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CIENCIA vs PSEUDOCIENCIA

José Antonio López Guerrero profundizó en el mundo de la comunicación científica, una labor que él conoce de primera mano como divulgador científico y en la que se cuela pseudociencia que acaba enviando mensajes erróneos a la sociedad. “Lo que los científicos dejamos de decir lo va a ocupar la pseudociencia (…) En divulgación no todas las opiniones valen, tienen que tener un valor científico de peso”, explicó.

Las principales amenazas de la comunicación científica pueden venir desde los medios de comunicación o desde los científicos. La poca especialización de los periodistas muchas veces hacen que no se sepa con claridad qué es científicamente válido. Desde la comunidad científica explicó que se dan dos casos claros de pseudociencia: el fraude científico (movido por temas económicos, búsqueda de fama o presión social) o la ciencia exagerada.

En esta línea resaltó que la sociedad no tiene suficiente cultura científica y que deben ser los propios científicos los que se encarguen de comunicar. Para fomentar esta labor de divulgación y luchar contra la pseudociencia es clave que se haga un reconocimiento implícito de esta actividad para darle el valor que merece. “El interés de la sociedad por la ciencia crece con los años”, alentó.

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