Si hace unos días denunciábamos el sinsentido del anuncio de Estrella Damm en el que se dice que su cerveza no contiene ingredientes modificados genéticamente, hoy volvemos al medio publicitario para alertar de otro disparate. Se trata de la bebida de soja de ViveSoy (Calidad Pascual) anunciada como “100% no transgénica”. Un spot que lo único que dice sobre su producto es precisamente eso, el resto es un canto idealista sobre lo divertido y placentero que es cuidarse. ViveSoy crea un falso valor comercial que favorece el desconocimiento social, que confunde al consumidor y que además aviva fobias alimentarias infundadas.

ViveSoy crea este falso valor para venderse como un producto más “natural” y más sano. Recordemos que solo el 13% del contenido de dicha bebida es soja. Si miramos sus ingredientes veremos que el resto está compuesto por ingredientes como agua, fructosa, fosfato tricálcico, estabilizantes E460 y E466, aroma, sal, y antioxidante E306. No tiene ningún sentido crear un falso valor con lo que no contiene tu producto, sobre todo cuando hablamos de un ingrediente seguro como es la soja transgénica. Hay que acabar con estos sinsentidos que empañan gratuitamente tecnologías seguras y que van en contra de la ciencia.

ViveSoy incluye en su página web un breve contenido para aclarar al consumidor qué es un transgénico. Una explicación somera en la que reconoce que el uso de ingredientes transgénicos es una “elección del propio fabricante”, lo que no dicen es el porqué ellos no la usan. Y como es una decisión que apela al sentimiento y al desconocimiento del consumidor no pueden de ninguna manera justificarlo. Recordemos que en el caso de que contuviera soja transgénica tendría que cumplir las normas de etiquetado e indicarlo si la proporción fuera mayor del 0,9% del total utilizado.

Además, no olvidemos que la biotecnología lleva presente en la cadena alimentaria mundial desde hace más de 20 años, sin que se haya registrado ni un solo caso de daño derivado. Decir que la soja de ViveSoy no es transgénica no aporta ningún valor al producto, ya que científicamente la soja transgénica aprobada para su consumo es tan segura y saludable como su homóloga convencional.

LA SOJA TRANSGÉNICA EN LA UE

Toda la producción europea de soja es convencional, el único cultivo transgénico aprobado para su cultivo en el marco comunitario es el maíz Bt. La producción europea de soja es de 1,7 millones de toneladas, menos del 5% de su demanda interna. Por ello, la Unión Europea es uno de los grandes importadores de soja del mundo, importando cada año más de 33 millones de toneladas de habas y harina de soja. La soja transgénica importada supone al año más de 60 kg por cada uno de los 500 millones de ciudadanos europeos.

Casi toda la soja importada por la Unión Europea procede de países de Sudamérica (Brasil y Argentina) y Norteamérica (Estados Unidos), donde la adopción del cultivo de soja transgénica supera el 90% de la producción nacional. La gran mayoría de la soja importada es destinada para alimentación animal, estando presente en los piensos que alimentas nuestras vacas, cerdos y pollos. Gracias a ello, en la Unión Europea los productos ganaderos son fácilmente accesibles para todos los tipos de consumidores, al tiempo que Europa es un importante productor y exportador de productos cárnicos, avícolas y lácteos.

Si se prohibiera la importación de soja transgénica en la Unión Europea para piensos, nos arriesgaríamos a perder los mercados de exportación de productos ganaderos europeos. Podríamos llevar a la ruina a un sector clave de la Unión Europea, fomentando la importación de carne y disparando los precios para los consumidores europeos.

SINSENTIDOS PUBLICITARIOS

Como se ponía de manifiesto en la reciente feria Alimentaria, se hace necesario acabar con estos delirios publicitarios que crean un falso valor apelando al miedo y al desconocimiento, vendiendo beneficios irreales que pisotean la evidencia científica y alientan fobias alimentarias. Se debería exigir una mayor responsabilidad a compañías como Calidad Pascual que firman campañas publicitarias como la de ViveSoy, que venden valores excluyentes irreales para no tener que ofrecer ningún valor real que decante al consumidor a comprar su producto. Parece que es mucho más fácil atraer apelando a los sentimientos que describiendo el producto para atraer al consumidor. Pero por fácil que sea no se debería permitir empañar así tecnologías seguras como la biotecnología.

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