J. M. Mulet es autor del blog ‘Los productos naturales ¡vaya timo!’

El químico Jose Miguel Mulet Salort, profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia e investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, ha analizado para la Fundación Antama la realidad que rodea los transgénicos, una tecnología que es cuestionada desde algunos sectores dejando de lado los argumentos científicos que avalan la seguridad y viabilidad de la biotecnología agraria.

Mulet Salort es autor del blog ‘Los productos naturales ¡vaya timo!’ dedicado a la divulgación de temas relacionados con la biotecnología, ingeniería genética, alimentación y ciencia en general. La revista Chemical Research in Toxicology acaba de publicar una carta firmada por él en la que señala que el artículo que relacionaba el uso del glifosato con la aparición de malformaciones congénitas había incurrido en errores para forzar la interpretación de los resultados de forma alarmista, cuando esto no se corresponde con un problema real.

¿Está científicamente demostrada la seguridad de los transgénicos?

De todos los que salen al mercado sí. Los alimentos transgénicos son los alimentos más evaluados de la historia de la humanidad, y si le exigiéramos a los alimentos no transgénicos el mismo nivel de seguridad tendríamos que vaciar las estanterías de los supermercados. La mejor prueba de ello es que en 16 años nunca ha habido ningún problema alimentario relacionado con transgénicos.

Detractores de los transgénicos dicen que la comunidad científica está dividida, ¿es cierto?

No. No hay debate científico sobre la seguridad de los transgénicos. Es un debate social. Otra cosa es que de vez en cuando aparezca algún científico que rechaza a los transgénicos, pero suele ser por anteponer motivos ideológicos a razones científicas. Los estudios que presentan gente como Seralini, Puzstai o el mismo Andrés Carrasco sirven para hacer multitudinarias ruedas de prensa pero pésimos artículos de investigación.

¿Se pueden comer alimentos transgénicos con seguridad?

Si, aunque en la Unión Europea no estamos comiendo transgénicos. A pesar de que el maíz está autorizado a los fabricantes les asusta que el etiquetado genere un rechazo en el consumidor. Cuando salimos de la Unión Europea comemos transgénicos y a nadie le ha pasado nada. Es más, auguro que no le pasará.

Se ha hablado mucho del glifosato, de su toxicidad y el riesgo para el ser humano, ¿qué hay de cierto en ello?

La mala fama del glifosato le viene de su relación con las plantas transgénicas. Si no existieran las plantas resistentes al glifosato nadie se preocuparía por este herbicida. Y la mayor paradoja es que utilizar plantas transgénicas resistentes al glifosato te permite hacer menos tratamientos con herbicida. Si uno ve un libro de agroquímica de los años 50 es como ver un manual de medicina medieval, da hasta miedo. Una ventaja del glifosato es que inhibe específicamente una enzima de plantas de una ruta metabólica que no está conservada en humanos y además su estabilidad en el suelo es muy limitada, por eso su toxicidad e impacto ambiental es tan bajo. Otra ventaja es que la patente caducó en el año 2000 por lo que tiene un precio asequible para el agricultor. Si prohibiéramos el glifosato tendríamos que utilizar alternativas peores y más caras, con el consiguiente perjuicio para los agricultores y el medio ambiente.

¿Por qué al hablar de transgénicos muchas veces quedan de lado los argumentos científicos?

Es el problema de que es un debate social sobre una cuestión científica y el público no siempre tiene los elementos de juicio necesarios. En parte por culpa de los científicos que no siempre sabemos comunicar lo que hacemos, y por otra parte por los medios de comunicación. El miedo es muy rentable periodísticamente. Cuando hay alguna noticia de plantas transgénicas muchos medios de comunicación optan por darle la palabra a algún representante de alguna organización ecologista para que asuste a todo el mundo porque es un mensaje que se entiende. Tienen miedo de que si le dan la palabra a un científico para que exponga los detalles técnicos aburra a la audiencia. Aunque esto viene a ser como llamar a un testigo de Jehová para comentar una noticia sobre hematología o a un judío sobre la legislación de explotaciones porcinas.

¿Por qué la UE se ha quedado a la cola en la apuesta por esta tecnología?

Son motivos históricos. La tecnología se desarrolló antes en Estados Unidos que aquí, y en vez de tratar de impulsarla para ponerse al mismo nivel se optó por un absurdo proteccionismo. Corremos el riesgo de quedarnos atrás científica y tecnológicamente, y lo más peligroso para todos: un atraso científico siempre se traduce en un frenazo económico. De momento muchos sectores de la agricultura ya están perdiendo competitividad y generando paro. El caso más sangrante es el del algodón. La UE prohíbe su cultivo, pero los billetes de euro se fabrican con algodón transgénico importado de países como la India o Australia.

¿Cambiará la UE su postura?

Seguro que sí, es cuestión de tiempo, y además creo que poco (10-20 años). Los transgénicos que hay actualmente en el mercado suponen una ventaja para el agricultor que no es directamente perceptible para el consumidor, por eso políticamente no tiene costo frenar su expansión. Muchísimos medicamentos también son transgénicos, pero ningún partido político o movimiento ecologista va a poner pancartas en una farmacia pidiendo que prohíban la insulina. Aquí la ventaja para el consumidor está clara y el costo político sería inasumible. Es cuestión de tiempo que salgan alimentos transgénicos que hagan bajar el colesterol, aptos para celiacos, o que ayuden a luchar contra el cáncer o el sobrepeso. ¿Quién se atreverá a solicitar que los prohíban?

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