Mark Lynas transgenicos the guardianEl ambientalista británico ex activista anti-transgénicos Mark Lynas analiza en The Guardian los efectos que podrían tener los grupos de presión cuando salga adelante la nueva normativa europea sobre organismos modificados genéticamente (OMGs) que permitirá a los Estados miembro prohibir los trangsénicos sin argumentos científicos. En el texto critica que “la Unión Europea mantiene una prohibición de facto sobre los cultivos modificados genéticamente” a pesar de las numerosas opiniones científicas provenientes de órganos independientes de que evidencian su seguridad y el valor de su implantación.

Una prohibición presente ya que “países como Francia o Hungría han dejado clara su postura de nunca aprobar un cultivo transgénico sea la circunstancia que sea”. La nueva normativa permitirá a franceses y húngaros a prohibir los OMGs sin recurrir a estudios científicos falos, ahora con declarar un rechazo religioso o ideológico podrán implantar la prohibición. Una normativa que deja de lado la base científica de la evaluación de riesgo para dar prioridad a las ideologías y a los juegos políticos.

“Si se permite a los estados contrarios a los transgénicos ir directamente a la etapa de prohibición estamos socavando el mercado único y creará presión política sobre aquellos Estados miembro que permiten su cultivo”, afirma Mark Lynas. Y es que poco necesitan demostrar los países anti-transgénicos, con sembrar el miedo les es suficiente. “Si Francia los ha prohibido será que son peligrosos”.

“Para los anti-transgénicos una prohibición de facto es tan buena como una legal, sobre todo si consigue frenar el avance en esta materia del resto de países europeos. Los grupos de presión trabajan por mantener a la Unión Europea bloqueada en esta materia”, critica el ambientalista. Según explica, tras el anuncio público de que Monsanto renunciaba al mercado biotecnológico en la Unión Europea, los activistas siguen luchando por destruir también el sector público.

“Para el asombro de los científicos de academias nacionales, de institutos de investigación en plantas y de las universidades europeas, los eurodiputados pueden aprobar una legislación que prohiba la investigación científica de forma indefinida. El resultado sería que gran parte del trabajo en biotecnología financiado por los contribuyentes podría ser congelado por razones ideológicas”, señala Mark Lynas.

>> Biotech crops in Europe could be ‘dead and buried’ if anti-GM groups succeed <<

Compartir en redes sociales