Campo trigo

Las prácticas agrícolas que capturan carbono y lo retienen en el suelo ofrecen algunas de las opciones más prometedoras para una acción temprana y rentable frente al cambio climático en los países en desarrollo, al tiempo que contribuyen a la seguridad alimentaria, asegura la FAO en un documento con recomendaciones sobre políticas públicas preparado para la próxima Cumbre de Copenhague.

La agricultura no solamente sufre el impacto del cambio climático, sino que es a la vez responsable del 14 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Pero tiene el potencial de ser parte importante de la solución, a través de la mitigación, reduciendo y/o eliminando una parte importante de las emisiones globales.

“Confiamos en que la cumbre de la ONU en Copenhague lance claramente el mensaje de que la agricultura en los países en desarrollo debe jugar un papel vital en responder a este desafío global”, señaló Alexander Müller, Director General Adjunto de la FAO. “Existen sinergias evidentes entre la mitigación y la adaptación al cambio climático y la seguridad alimentaria que podremos aprovechar si actuamos correctamente”, añadió Müller.

El documento de la FAO publicado hoy pide financiación para ayudar a los países en desarrollo “vulnerables” a responder “de una forma más completa al desafío dual del cambio climático y la seguridad alimentaria”.

Parte de la solución

La FAO asegura que la producción alimentaria deberá incrementarse en su 70 por ciento para alimentar a 2.300 millones de personas más en 2050. El cambio climático amenaza la producción agrícola por el alza de temperaturas y cambios en las pautas de lluvia, así como el incremento de la concurrencia de sequías e inundaciones, especialmente en áreas que son propensas a calamidades climáticas.

“La agricultura nos ofrece soluciones a mano y rentables para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y puede empezar a hacerlo ahora”, señaló Müller.

Algunas prácticas agrícolas, incluyendo aquellas usadas por la agriucultura de conservación, capturan carbono y lo retienen en el suelo. Entre ellas figuran las que practican poco o ningún laboreo, utilizan residuos para el compostaje o para cubiertas de rastrojos, los cultivos perennes para mantener la cubierta vegetal, la resiembra o una mejor gestión del pastoreo en los pastizales y la agrosilvicultura, que combina los cultivos con los árboles.

La idea, según Müller, es la de alterar el suelo lo menos posible, manteniendo la cubierta orgánica y combinando y rotando los cultivos. De esta forma el carbono no alcanza la atmósfera y es retenido en los suelos y la vegetación. Cerca del 90 por ciento del potencial de la agricultura para reducir o eliminar emisiones a la atmósfera proceden de este tipo de prácticas.

La FAO insistió en que las prácticas agrícolas mejoradas necesarias para la mitigación del cambio climático son a menudo las mismas que necesitan para incrementar la productividad, la seguridad alimentaria y la adaptación, incluyendo la restauración de tierras agrícolas degradadas, la gestión integrada de nutrientes y del suelo y la agrosilvicultura.

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