El agua dulce, uno de los más valiosos recursos del planeta tierra para la vida, es cada vez más escasa y se está convirtiendo en uno de los grandes problemas a nivel internacional. A día de hoy, el 70% del agua dulce disponible para el ser humano se destina a la agricultura quien, si continúan las tendencias actuales, se verá fuertemente perjudicada ante la escasez cada vez mayor de este recurso.
Según explica el propio Kiochiro Matsuura, Director General de la UNESCO, “el volumen de agua ha permanecido invariable durante miles de años mientras que el número de usuarios y las modalidades de utilización han aumentado muy considerablemente (…) Hemos llegado a un punto donde no procede formular declaraciones ni comunicados. Ahora es preciso dar prioridad a la acción. Necesitamos movilizar el compromiso político, la capacidad y la buena fe del ser humano para evitar que se hagan realidad loas augurios acerca de una inminente crisis del agua”.
RECURSO LIMITADO
Ante este panorama inquietante la biotecnología agrícola es una de las herramientas más importantes para paliar los fieros efectos de la escasez de agua dulce. Si tomamos como ejemplo el caso de España, sólo durante 2009 el cultivo de maíz transgénico supuso el ahorro de más de 77.000 millones de litros de agua en un año en el que la sequía azotó todo el país.
“En todo el mundo, la biotecnología agrícola puede desempeñar un papel importante a la hora de proporcionar a los agricultores estabilidad de rendimiento durante los períodos en que el abastecimiento de agua es escaso”, explica Nathalie Moll, Director Ejecutivo de EuropaBio.
Los estudios reflejan que “las zonas europeas de alto estrés hídrico aumentarán drásticamente en los próximos años. Lo que está menos claro es si los agricultores europeos, cuyas tierras se encuentran en zonas de secano en el 80% de los casos, podrán apostar por cultivos que reduzcan la pérdida de aguas y sean tolerantes a la sequía”, matiza.
BIOTECNOLOGÍA
Los cultivos tolerantes a la sequía, en concreto el maíz, es a día de hoy una realidad emergente. Los ensayos con esta nueva variedad realizados el pasado año en la zona estadounidense de las Grandes Llanuras obtuvo en torno a un 10% más e rendimiento medio por acre, lo que representa aproximadamente más de 8 toneladas por hectárea.
Además, estos ensayos han sido desarrollados para que reduzcan la cantidad de labranza y así erosionar menos el suelo y conservar al máximo la humedad. Además, esta nueva variedad también ayuda a reducir el uso de combustibles fósiles y emisiones de dióxido de carbono.
“Estos cultivos pueden desempeñar un papel crucial, tanto a nivel europeo como mundial, en la promoción de un uso sostenible del agua mientras se aumenta la producción agrícola”, remarca Moll.
“La única manera de aprovechar este recurso es si los nuevos cultivos transgénicos son aprobados para el cultivo. A día de hoy, los agricultores europeos no tienen la opción de elegir variedades como estas por los frenos políticos. Por ello, pedimos a los reguladores de la Unión Europea que prediquen con el ejemplo y atiendan los consejos de sus propios científicos y permitan estas tecnologías que desempeñarán en el futuro un papel esencial ante los retos mundiales”, concluyó Moll.

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