[NOTA DE PRENSA] El director de la Fundación Antama, Juan Quintana, defendió hoy los organismos modificados genéticamente en el programa Capital, de Radio Intereconomía, donde expresó su preocupación porque los transgénicos no se desarrollen más a nivel europeo ya que es, desde su punto de vista, supone un agravio comparativo para el sector productor, así como un encarecimiento de la cadena alimentaria.

Aún existen muchos mitos sobre esta tecnología, unos mitos que en  muchos casos están siendo incrementados desde distintos foros, explicaba Juan Quintana. Pese a ello, “la opinión pública no tiene gran preocupación ni temor por estos cultivos y alimentos. El miedo acabará cuando se libere el mercado y el consumidor pueda comprobar que son alimentos seguros y de calidad”, matizó.

“En los 14 años que se llevan cultivando los transgénicos a nivel mundial, y con 125 millones de hectáreas cultivadas, no ha habido ningún indicio de riesgo constatado para la salud. Lo que pase dentro de 50 años no lo sabemos ni con los transgénicos, ni con los ecológicos, ni con los convencionales, ni con ningún otro producto de consumo”, explicó.

En cuanto a la situación política europea, se mostró rotundo al considerar la política mantenida a nivel comunitario como “un agravio comparativo frente a otros estados que pueden producir determinados transgénicos y venderlos en Europa. Los agricultores comunitarios no pueden producirlos pero sí se pueden comprar fuera y consumirlos en la UE”.

Preguntado por el papel de la Biotecnología en la lucha contra el hambre, el director de la Fundación Antama situó esta tecnología como la “herramienta más poderosa para incrementar las producciones de alimentos en la misma superficie y de forma sostenible desde un punto de vista ambiental”.

“La biotecnología es una herramienta más contra el hambre en el mundo, sólo con ella no se va a dar respuesta a este problema ya que hay otros factores socio-económicos y políticos que se escapan”, matizó.

Para terminar, afirmó que no hay marcha atrás en el desarrollo de los transgénicos y que son Francia y Alemania quienes en este campo deben mirarse en el espejo español y no al revés.  Si ahora no tienen autorizado el cultivo es porque no cumplen las normas vigentes por las que ya deberían haber levantado la Clausula de Salvaguardia. No es el caso español, que cumple escrupulosamente con los rígidos sistemas de control.

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