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El agricultor andaluz Francisco Javier Fernández, miembro de la Asociación PRObio, ha conversado con la Fundación Antama para analizar la situación de la agricultura española y europea y el papel que juegan los cultivos modificados genéticamente (MG) en la competitividad del sector.

En su análisis critica que la biotecnología agraria se esté tratando como un tema político cuando debería ser analizado siempre desde un punto de vista científico. Además, critica la política europea que permite importaciones de transgénicos cuyo cultivo está prohibido en el marco comunitario.

¿Cómo descubrió las semillas modificadas genéticamente?

Los cultivos modificados genéticamente despertaron mi interés en 1995. Para conocerlos bien visité plantaciones de algodón, maíz y soja modificada genéticamente (MG) en Estados Unidos. Allí descubrí la experiencia de los agricultores que los habían sembrado, quienes me contaron que habían conseguido reducir los costes de aplicaciones contra plagas y malas hierbas y que habían logrado incrementar de forma notable la producción. Una agricultura más sostenible económicamente y más respetuosa con el medio ambiente.

¿Qué te llevó a apostar por estas semillas?

Cuando se aprobó el cultivo de maíz Bt (resistente a la plaga del taladro) en España hice ensayos comparativos con variedades convencionales. En este caso obtuve poca diferencia de producción ya que no había ataque alguno del taladro. Pero en 1998 y 2001 hice ensayos comparativos (controlados por la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía) con algodón Bt obteniendo resultados muy positivos.

Con el algodón Bt conseguí mejorar el rendimiento, conservar la fauna de insectos auxiliares, mas calidad en la fibra y recoger la cosecha unos días antes que los testigos, ya que al no tener ningún daño en sus órganos fructíferos, terminaba correctamente su ciclo. En 1997 también hice ensayos de remolacha MG resistente a herbicida glifosato. Ésta consiguió reducir costes de tratamientos de herbicidas y logró el control de la principal mala hierba que tenemos, la Veta marítima, una planta no controlada por los herbicidas convenciones.

¿Has encontrado algún impedimento a la hora de vender tu producción?

Cuando he sembrado maíz Bt no he tenido ningún problema para venderlo. No hay que olvidar el que la mayoría del maíz destinado a la fabricación de piensos en España es transgénico producido aquí o maíz resistente al glifosato importado de otros países

¿Has tenido algún problema de coexistencia con campos de cultivo colindantes?

Nunca he tenido problema alguno con algún vecino. La coexistencia es perfectamente posible y ello lo demuestra las más de 100.000 hectáreas sembradas en España y los nulos litigios entre los agricultores de maíz transgénico, convencional o las escasas has. de ecológico.

La Unión Europea no os permite cultivar semillas MG cuya producción permite importar. ¿Cómo afecta esto a los agricultores europeos?

Es uno de los pilares del fracaso de la Política Agraria Comunitaria que nos está dejando en la más absoluta falta de competitividad con agricultores de otros continentes. Hemos y seguimos perdiendo el tren de la biotecnología y ello está provocando que se tengan que abandonar cultivos históricos y necesarios que han mantenido un importante tejido socioeconómico fundamentalmente en zonas rurales muy deprimidas. Este abandono es consecuencia de esa falta de competitividad desde que estamos en un mercado libre y globalizado. No puede ser que se aprueben transgénicos sólo para la importación y no para el cultivo. Tenemos derecho a usar las mismas herramientas que poseen los agricultores de otros continentes.

Grupos ecologistas europeos afirman que las compañías de semillas MG se aprovechan de los agricultores. ¿Es cierto?

Es demagogia pero que está perjudicando los intereses de millones de agricultores europeos. Su justificación carece de sentido y lo demuestra la situación actual en España y en el resto del mundo. La relación entre agricultores que adoptan esta tecnología y las empresas que venden las semillas es como cualquier otra. El agricultor con criterios técnicos y económicos siempre va elegir el tipo de semilla que mejor pueda defender sus intereses.

Cuando se dice que las compañías de semillas monopolizan el mercado es un demagogia muy abultada. Prueba de ello es la evolución del maíz BT en España, que empezó su comercialización sólo con dos variedades de una sola compañía y actualmente existen unas 40 variedades en manos de más de 6 compañías (dos de ellas españolas). Si miramos en el resto del mundo hay que destacar el caso del algodón transgénico en India y China en la que participan empresas públicas y privadas.

¿Qué demandáis los agricultores andaluces?

Simplemente que se nos de la libertad que tienen agricultores de otros continentes para poder adquirir estos nuevos cultivos y así, a partir de ese momento, poder competir en igualdad de condiciones. También queremos que se trate a la Biotecnología como ciencia y no como política.

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