La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) anunció ayer la puesta en marcha de una iniciativa de transparencia que busca facilitar el acceso a los datos científicos de sus evaluaciones de riesgo. El programa, que se llevará a cabo en colaboración con los miembros de la EFSA y las partes interesadas, analizará la forma más adecuada para que los datos técnicos usados en las evaluaciones de seguridad puedan ser puestos a disposición de la comunidad científica global.

Este programa supone antes y un después en la transparencia del Comité Científico de la EFSA en la evaluación de riesgos. Como parte de esta iniciativa, desde ayer está disponible en la página web de la EFSA los datos sobre el maíz modificado genéticamente NK603. Pese a que en anteriores ocasiones los datos de esta solucitud habían sido entregados a diferentes partes interesadas, la EFSA ahora lo pone a disposición de cualquier usuario que esté interesado en ello.

Hay que dejar claro que no debe discriminarse a los organismos modificados genéticamente frente a otros tipos de productos evaluados por EFSA, y de manera específica a un producto en particular como es el maíz NK603, cuando no hay un riesgo asociado a este tipo de productos –evaluados favorablemente- como ponen de manifiesto las propias evaluaciones de EFSA.

En los últimos meses el maíz modificado genéticamente NK603 ha sido protagonista tras la publicación de un estudio dirigido por el francés Gilles-Eric Seralini en el que se apuntaban riesgos de salud. Las autoridades científicas que han revisado el informe (entre las que se encuentra la EFSA), así como la comunidad científica internacional, han rechazado las conclusiones del estudio al no considerarlas válidas científicamente y al haber llegado a ellas a través de una metodología incorrecta. Analizamos las científicas que invalidan el estudio de Séralini sobre maíz transgénico:

Todas las autoridades públicas que han examinado el estudio Séralini lo han rechazado:

Todas las autoridades públicas que han revisado el estudio, entre las que se encuentra la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Iniciativa para la Investigación Pública y el Reglamento (PRRI), han llegado a la misma conclusión: las deducciones de la investigación de Séralini y otros sobre riesgos de salud por el consumo de maíz modificado genéticamente no tienen base científica que las valide. Aquí tenéis acceso a las principales conclusiones de las autoridades públicas que han revisado el estudio: EFSA, PRRI, el Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos (BfR), el Instituto belga de Investigación de Ciencias de la Vida, las Academias francesas de Agricultura, Medicina, Farmacia, Ciencia, Tecnología y Veterinaria, así como científicos de más de 40 países.

Investigación y presentación de informe defectuosa:

Como señaló la EFSA en su conclusión, el estudio Séralini y otros tiene un “diseño, un análisis y unas conclusiones incorrectas.” Entre los errores cometidos por el estudio se señala que en la investigación se amplió el ensayo de alimentación de las ratas de 90 días a dos años sin ajustar el diseño del mismo y trabajando con un número de sujetos no representativo estadísticamente. Además, la investigación usó una cepa de ratas propensa a desarrollar tumores espontáneos.

El estudio plantea serias cuestiones éticas:

Según han criticado la Unión Británica para la Abolición de la Vivisección (BUAV), el estudio ha causado gran sufrimiento a los sujetos sin que haya habido ningún propósito científico que justifique dicha investigación. El rechazo de la BUAV a la investigación está disponible en su página web. Pese a las inexactitudes científicas que invalidan el estudio, Séralini ha publicitado y difundido ampliamente las consclusiones de su estudio por todo el mundo liderando así una campaña de alarma anticientífica apoyada por grupos verdes y representantes políticos anti-transgénicos.

Demostrada la no independencia de la investigación de Séralini.

Pese a que el mismo Séralini defiende que su estudio es independiente, se ha demostrado la vinculación de este estudio con empresas, políticos y organizaciones no gubernamentales contrarias a la biotecnología, un apoyo que ha dirigido el estudio para llegar a las conclusiones deseadas. Conviene recordar que los órganos públicos que han rechazado el estudio de Séralini y otros están formados por científicos y académicos independientes, institutos de investigación, organismos nacionales y la misma EFSA, todos ellos argumentando científicamente su invalidez.

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