Carmen Fenoll, Profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha, se mostró rotunda al hablar sobre la seguridad de los alimentos transgénicos en la Jornada informativa ‘La Globalización del Consumo’ organizada por la Asociación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de Madrid (AACCU) el pasado 5 de noviembre en el Ministerio de Sanidad y Consumo. En su discurso resaltó que “los transgénicos son completamente seguros ya que superan controles más estrictos que los convencionales a nivel tanto nacional como europeo”.

En esta línea explicó cómo las modificaciones genéticas tienen su origen en la mejora clásica, algo que se viene realizando durante cientos de años en nuestro planeta. Con éstas técnicas se ha conseguido a lo largo de los años reducir notablemente la superficie necesaria para obtener un mismo rendimiento de cosechas. Mientras que en 1967 se necesitaban 3.000 metros cuadrados para obtener una tonelada de maíz, en 1997 esta cifra se situaba en 1.000 metros cuadrados.

“En los últimos nueve años apostando por los cultivos modificados genéticamente, los beneficios netos de los agricultores se han situado en los nueve millones de dólares, se ha disminuido el uso de pesticidas en 378 millones de kg, y se ha reducido la huella ecológica en un 14%”, señaló, “un claro reflejo de los beneficios de estas nuevas variedades”.

En cuanto a los riesgos que supone esta nueva técnica, Carmen Fenoll hizo hincapié en que los alimentos transgénicos que se comercializan “han pasado todas las evaluaciones de riesgo dictadas por la ley, sin que se haya demostrado nunca ningún efecto adverso”. “Tras diez años de uso inocuo es justo decir que no hay riesgos nuevos asociados con la modificación genética, y consumirlos es igual de seguro que comer sus equivalentes convencionales”, subrayó.

También resaltó la importante misión que juegan los transgénicos en los países en vía de desarrollo, en los que las mejoras genéticas pueden cubrir carencias de estas poblaciones que en muchas ocasiones llevan a la muerte de muchos de sus habitantes.

En esta línea explicó las últimas investigaciones sobre el arroz dorado, cuya característica diferenciadora con el convencional es su alto nivel de Vitamina A. Esta variedad podría suplir la carencia de países en vía de desarrollo cuya dieta básica es el arroz y, debido a la carencia de dicha vitamina, sus habitantes sufren temprana ceguera.

A esta crítica situación hay que sumar el aumento poblacional y el estancamiento productivo. “El crecimiento poblacional en los próximos 50 años requiere que el abastecimiento global de los alimentos se duplique, por lo que la apuesta por la biotecnología es esencial y necesaria”, concluyó.

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