Cursos de Verano de El Escorial

La Industria de los organismos modificados genéticamente fue el centro de debate en la mesa redonda celebrada ayer por la tarde como broche final de la penúltima jornada del curso. En ella intervinieron Jorge de Saja, secretario General de la Patronal de Piensos CES-FAC; Antonio Villarroel, secretario General de ANOVE; y Jaime Costa, director técnico de Monsanto.

Según los estudios, está previsto que en 2050 la población crecerá un 42% multiplicando la demanda por dos a nivel mundial. A día de hoy, una de cada ocho personas tiene hambre crónica en el mundo, y 5,6 millones de niños mueren al año de hambre.

Ante estos retos “hay que usar la tecnología para producir más con menos recursos, reduciendo el impacto medioambiental”, afirmó Antonio Villarroel. “No debemos olvidar que no sólo contamos con la mejora genética para hacer frente a estos retos, aunque ésta es la herramienta más eficiente para hacerlo de una forma sostenible”, matizó.

“Tenemos que luchar contra la degradación de los recursos disponibles y el cambio climático. Sólo la agricultura usa el 70% del agua potable del mundo, y en consumo de energía en la agricultura se ha multiplicado por dos en los últimos cinco años”, explicó.

Por su parte, Jaime Costa resaltó la “falta de interés y conocimiento sobre la biotecnología”, en muchas ocasiones originado porque “en los medios se desvirtúa la información por la lucha de captar audiencias”.

En cuanto a los OMGs explicó que es necesario “difundir que la creación de estas variedades supone un proceso muy complejo que garantiza su seguridad, y que Europa cuenta con el sistema sanitario más completo de todo el mundo”.

Además, resaltó que “hay que darse cuenta de que las plantas que se cultivan hoy no tienen nada que ver con las originales, por lo que la biotecnología sólo viene a complementar la modificación genética que se viene realizando desde los orígenes de la agricultura”.

En cuanto a la situación europea, Jorge de Saja consideró que el bloqueo europeo está llevando a la “pérdida de competitividad del producto final. Además, la demanda de productos no modificados genéticamente es muy marginal”. “La mayoría de los piensos se etiquetan como OMGs, por lo que la mayoría de los animales que consumimos diariamente se alimentan de piensos compuestos”, concluyó.

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